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	Empowering Men: fighting feminist lies
Sexo, mentiras y feminismo Prólogo a la versión española Autor de la obra original: Peter Zohrab Traducción al castellano por: Gustavo Revilla Olave

Dentro de este panorama en el que el concepto de discriminación sexual, su análisis y las propuestas de solución correspondientes han sido mayormente pensadas por mujeres y para mujeres, la opinión que los hombres pudiesen tener sobre sus propias discriminaciones o el significado del feminismo han estado ausentes durante un periodo de tiempo demasiado largo y es gracias a una creciente literatura de corte masculinista o de abierta crítica al feminismo que, por fin, los hombres comenzamos a tener nuestro propio espacio y protagonismo dentro de un proceso de liberación y lucha por la igualdad que ha sido pensado y desarrollado dejándonos fuera desde un principio, convirtiéndonos en el segundo sexo dentro de las prioridades de la lucha por la igualdad puesta en marcha por las feministas. De esta manera lo que somos por rol o naturaleza ha sido definido por quienes menos nos conocían. Los hombres hemos sido los juzgados según la perspectiva de quienes ni han vivido nuestra realidad social colectiva ni su efecto a nivel individual, para a continuación definirnos como privilegiados y opresores, todo ello partiendo de la cómoda base que supone el que, en general, la feminista media nunca tendrá que vivir ni soportar las discriminaciones de género masculinas, incluidas las más graves.

Por ejemplo los datos de accidentabilidad en el trabajo demuestran como la mayor parte de accidentes laborales graves o mortales son sufridos por varones. Anualmente y a nivel mundial de los más de dos millones de vidas perdidas por esta causa la inmensa mayoría son de hombres, y de los aproximadamente 270 millones de accidentes laborales no mortales el porcentaje global de víctimas masculinas es cercano al 80%, según estimaciones de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), como resultado de la atávica “vinculación de lo masculino al riesgo”, al haber sido desde el comienzo de la civilización el hombre el “material” humano preferente reservado para las tareas de mayor peligro.

O el hecho de que la mayor parte de agresiones y muertes violentas las sufran los hombres, independientemente de que nos encontremos en un entorno bélico o no. A este respecto el informe publicado en el 2011 titulado “Primer Estudio Global sobre el Homicidio” y realizado por la UNODC (Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito), establece categóricamente que en una media mundial los hombres se enfrentan a un riesgo mucho mayor de muerte violenta (11,9 por 100.000) que las mujeres (2,6 por 100.000).

Otro estudio de carácter internacional realizado por la Secretaría de la Declaración de Ginebra en el año 2011, el informe sobre “La Carga Global de la Violencia Armada”, da valores mundiales de violencia mucho más elevados para los hombres que para las mujeres, con un 87% de hombres víctimas de muerte violenta frente a un considerablemente inferior 13% de víctimas de sexo femenino, resultado de una de las más antiguas y extendidas discriminaciones de género masculinas, como es la educación para la “competencia extrema entre varones”.

Y si seguimos con discriminaciones preferentemente masculinas citaremos otra muy conocida gracias a la larga labor de lucha de los padres separados o divorciados, quienes sólo por haber comenzado un proyecto familiar que no prosperó pueden verse injustamente separados de sus hijos y reducidos al poco significativo rol de padres visitadores y proveedores meramente económicos, condenados al vacío emocional y afectivo producido al perderse una buena parte del cariño compartido y unión profunda que la relación entre padres e hijos debe proporcionar a ambas partes.

Esta primera situación mala de por sí puede dar lugar a un maltrato todavía más penoso si un decidido y perseverante obstruccionismo al vínculo paterno-filial se agrava mediante la manipulación maliciosa de la psique infantil con el fin de provocar el rechazo del progenitor que ve más limitada su relación con los menores, derivando en el proceso conocido como Síndrome de Alienación Parental o SAP, cada vez más documentado en el mundo académico, crecientemente denunciado y sentenciado en procesos judiciales y reconocible en la experiencia cotidiana dentro de separaciones o divorcios cercanos en los que la lucha entre adultos se convierte en el preámbulo de una larga batalla trasladada por uno de los progenitores a los hijos comunes, con el deliberado y meditado propósito de instrumentalizarlos en contra de su antigua pareja en una venganza particularmente cruel y destructiva.

Tampoco dejaremos de mencionar aquí la situación límite sufrida por aquellos padres a los que junto al dolor emocional causado por el distanciamiento de sus hijos debe sumárseles también la cruda ruina económica o la aplicación de jurisprudencias abusivas con los hombres en general y trasgresoras del sentido más elemental de la necesaria igualdad de todas las personas ante la ley, fruto de una ideología totalitaria y sexista como es el feminismo de género, o hembrismo politizado, dispuesta a hacer trampa desde sus primeras interpretaciones al corroborar con informes y recopilaciones de datos cortados a medida y carentes de cualquier rigor científico sus dogmas maníqueos, preámbulo de políticas y leyes misándricas.

Podemos citar además como otra discriminación antivarón muy extendida y fácilmente visualizable desde hace décadas el continuo descrédito y comparación negativa del hombre respecto a la mujer, considerada como un ser superior, eludiendo la pretendida igualdad en aras de una guerra psicológica y maltrato mediático y cultural contra el sexo masculino, con el propósito de dañar el autoconcepto que los hombres puedan tener de sí mismos, para limitarlos mientras se favorece y fortalece exclusivamente a las mujeres en el proceso de auge personal y ascenso a las mejores posiciones sociales denominado “empoderamiento femenino”, aunque en la práctica y entendiendo mejor su sentido y consecuencias sea más adecuado describirlo en muchos casos como“prepotencia hembrista” tan repugnante y despreciable como el feminismo radical del que deriva.

Todo lo anterior constituyen motivos más que sobrados para que, al fin, los hombres, también fuertemente discriminados por la sociedad en múltiples aspectos a lo largo de las diferentes épocas históricas, y desde luego los absolutos discriminados dentro del modelo de igualdad arbitraria y claramente femicéntrica creado por la ideología feminista, nos movamos fuera de los márgenes en los que tratan de confinarnos y comencemos a reclamar como grupo sexual unido y organizado nuestra parte dentro de la liberación sexual. En nuestro caso la liberación masculina, materializada en un movimiento propio en activa y constante lucha contra las discriminaciones de género que la sociedad –creada por hombres y mujeres- nos ha impuesto e impone, para potenciarnos al 100% en conjunto y personalmente, hacia un nuevo modelo donde el concepto de igualdad sea finalmente pensado para los dos sexos, gracias a la imprescindible visión y aportación masculina a un proceso que sin nuestra participación nunca podrá quedar bien realizado.

Desde hace ya muchos años Peter Zohrab ha comprendido esto y dedicado una buena parte de su tiempo y esfuerzo personal a intentar equilibrar la balanza, convirtiéndose en un interesante exponente de la lucha por la igualdad auténtica del momento, la que de entrada acepta con un sano sentido crítico y eludiendo los favoritismos el punto de vista de hombres y mujeres.

Pero luchar por el cambio social en defensa de un grupo humano que ni está organizado para defender sus derechos, ni sensibilizado para analizarlos, y muchísimo menos aún, respaldado adecuadamente para conseguirlos, no es una tarea tan fácil y agradecida como trabajar para el statu quo y disfrutar cómodamente de las muchas recompensas que el Sistema reparte con generosidad entre aquellos que lo aplauden y protegen, mientras se muestra decididamente inhumano con todos los que padecen, a veces en la mayor indefensión y anonimato, todos sus abusos e infamias.

Como resultado de una labor de años de activismo llegó el fruto de un libro escrito en dos versiones, la del año 1999 y la segunda del 2002. Como el resto de la labor intelectual de este autor este libro apenas ha sido reconocido por las instituciones, a pesar de que merecía ser tenido en cuenta. De ahí que nos hayamos decidido a traducir al castellano su última versión.

Peter Zohrab tiene un estilo de escritura directo y ameno. Estructura muy bien los contenidos y es claro y minucioso en sus análisis y desarrollos intelectuales. Posee a su vez un gran sentido de la analogía, lo que le permite establecer con comodidad y una envidiable fluidez comparaciones y ejemplos para muchas de sus ideas principales que ayudan al lector a comprender rápidamente los temas tratados, al mismo tiempo que se disfruta de una lectura que engancha y despierta la curiosidad a partes iguales. No en vano dentro de su experiencia personal Zohrab cuenta con el rico bagaje comunicativo de un profesor con muchos años de labor docente a sus espaldas, empleo que compaginó con su significativa tarea dentro de las organizaciones masculinistas neozelandesas, gracias a lo cual sabe como trasmitir un mensaje de un modo asequible y bien fundamentado. Es un libro que incluye muchas ideas y párrafos brillantes, aunque escasamente divulgado por pertenecer a la marginalidad de lo no aceptado dentro de la ortodoxia del momento.

Es en nuestra opinión un trabajo de gran valía, más que recomendable para cualquiera que desee entender mejor ciertos abusos y métodos empleados con frecuencia por el hembrismo, pasando a disponer gracias a este conocimiento de herramientas argumentativas más sofisticadas para poder rebatirlo. En realidad, la suma de textos, explicaciones, artículos o reflexiones similares a los que este libro incluye son la raíz de un masculinismo más consolidado y eficaz que ayude a encauzar correctamente la tan demandada y tantas veces mal entendida lucha por la igualdad, contribuyendo mediante un debate centrado especialmente en los abusos creados por las ramas más totalitarias y radicales del feminismo y el significado y alcance social e histórico de las discriminaciones masculinas.

De esta manera la traducción completa de la obra al castellano dota al lector hispanoparlante de otro referente literario masculinista de alto nivel, aumentando así el bagaje académico crítico con el feminismo sexista, como parte del proceso que lleve a frenarlo y contrarrestar todos los excesos que tan injustamente fomenta.

Son necesarios más libros y textos similares a “Sexo, mentiras y feminismo” para comenzar el declive del encantamiento feminista junto con todas las distorsiones e injusticias presentes en algunas de sus ramificaciones actualmente más exitosas. Es decir, el comienzo del fin de un sueño ideológico más, que pretendía ser aceptado como la panacea de la igualdad y la justicia entre ambos sexos partiendo de la patente contradicción representada por el odio antivarón defendido por muchas de sus activistas y creadoras, o su indiferencia casi absoluta con las discriminaciones de los hombres junto a su marcada hipersensibilidad ante las más mínimas discriminaciones padecidas por mujeres.

Por estos motivos y si lo valoramos objetivamente el feminismo puede considerarse como una ideología preigualitaria, ya que sólo se ha molestado en liberar y potenciar casi exclusivamente a uno de los dos sexos. Consecuentemente y en aras a construir una auténtica igualdad deberá ser criticado, mejorado o sustituido por otro modelo, tal como ha sucedido con otras muchas corrientes históricas que durante su evolución se han mostrado incapaces de contribuir al desarrollo de una sociedad más justa.

Si bien en numerosos aspectos “Sexo, mentiras y feminismo” puede considerarse un texto de lectura muy recomendable, máxime cuando hemos añorado por mucho tiempo una literatura de crítica eficiente y útil para la respuesta social contra los abusos del feminismo radical y la directa reivindicación masculinista, ninguno de sus traductores pretendemos que todas sus ideas se consideren como acertadas a priori o que no puedan existir en este libro puntos de vista debatibles o incluso rechazables. No pretendemos, como defienden diferentes feministas radicales al hacer referencia a los despropósitos de las integrantes más directamente fanáticas y misándricas de su movimiento social, que todo deba ser aceptado bajo la simple excusa de representar diferentes aspectos de “la voz de las mujeres”. O “diferentes aspectos de la voz de los hombres” podríamos comenzar a decir nosotros ahora. Invitamos a los lectores hispanoparlantes a acercarse a la obra de Peter Zohrab sin perder su sentido crítico, dispuestos a ver hasta que punto los fallos que él encuentra en los posicionamientos feministas pueden considerarse como tales.

No caeremos en el mismo error cometido por las hembristas autoras del comentario de despedida a la edición castellana publicada por la editorial Ediciones de Feminismo, S.A., del misándrico y lamentable Manifiesto Scum, texto creado por la célebre feminazi autodestructiva hasta la muerte prematura Valerie Solanas, en el que se nos insulta a los hombres, compara con la mierda y aboga por nuestro exterminio, al describir el Manifiesto Scum como una obra “bella” y “hermosa”, tal como afirman sin ningún sonrojo las ultrafeministas que han demostrado de un modo inequívoco e irreversible su frontal rechazo a la igualdad escribiendo un epílogo semejante.

Desde Nueva Zelanda Peter Zohrab nos ha dado este libro y con mucho gusto nosotros lo hemos leído y traducido al castellano. Curiosamente fue también en Nueva Zelanda donde se dio un significativo paso de gigante a favor de la igualdad real, cuando el 19 de septiembre de 1893 se aceptó en este país por primera vez mundial el sufragio femenino. En la actualidad esta nación continúa siendo pionera en la lucha por la igualdad ya que sus activistas por los derechos de los hombres han solicitado la creación de un Ministerio de Asuntos de Hombres, es decir, un organismo gubernamental que desde una perspectiva masculinista luche en contra de las discriminaciones masculinas y a favor de la potenciación de los hombres como grupo sexual. Si lo consiguen de nuevo este país marcará un hito en la liberación de los dos sexos. Y al considerar estos avances es necesario hacer una especial mención para las personas como Peter Zohrab, luchadores a favor de los derechos humanos con su trabajo y visión adelantada. Un hombre merecedor de nuestra consideración, aprecio y cariño, por su muy elevada sensibilidad hacia estos temas y su apasionado deseo de ayudar a un grupo humano vulnerado independientemente de los muchos obstáculos y dificultades que esto le obligue a afrontar.

En su vida Zohrab ha luchado según su propio criterio por proteger y hacer justicia a muchas víctimas ignoradas y este es un gesto que siempre le honrará, superando a muchos de los reconocimientos y premios oficiales, otorgados en no pocas ocasiones por conveniencia política o servidumbre adocenada antes que por verdadero mérito. La habitual diferencia entre seguir el camino fácil o mantenerse honesto ante la propia opinión personal o el más mínimo sentido común.

Ahora nos toca gracias a su ejemplo convertirnos en hombres aliados y partícipes en nuestra liberación para sumar nuestro esfuerzo al suyo dentro de los siguientes pasos por dar en el ambicioso, tentador, necesario y en este caso sí corresponde decir bello proceso de la potenciación, mejora y enriquecimiento holístico de la masculinidad. Vamos a disfrutar la oportunidad de corregir incluso los más manidos ésloganes hembristas ya que el siglo XXI no es el siglo de las mujeres, si no el siglo de las mujeres y de los hombres, de la igualdad y de la armonía de los dos sexos cuando avanzamos por una senda nueva que intuyen y nos ayudan a desbrozar mentes pioneras, conocedoras y perspicaces como la de Peter Zohrab, capaz de aportar de su sabiduría y energía para impulsar el progreso social.

Gustavo Revilla.