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Sexo, mentiras y feminismo

Capítulo 8: La Mentira del Sistema de Justicia Masculino

Autor de la obra original: Peter Zohrab

Traducción al castellano por: Gustavo Revilla Olave

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Existe un viejo chiste que expresa la manera en la que muchos hombres viven el divorcio:

“Hemos repartido todo de un modo equitativo- ella se queda con la casa, yo con la hipoteca, ella se queda con el coche, yo con los pagos correspondientes, ella se queda con los niños, y yo con la pensión para su manutención.”

 

Introducción: Las mujeres pueden hacer cualquier cosa.

El eslogan feminista “las mujeres pueden hacerlo todo” adquiere un siniestro significado en el contexto legal. Las feministas son tendentes a la idea de que un hombre debería soportar cualquier cantidad de abuso (verbal, emocional o físico) que su compañera o esposa pudiese ejercer en su contra- la respuesta nunca está justificada, la provocación nunca es una excusa. Por la otra parte, cualquier represalia de una mujer maltratada estaría justificada de acuerdo con su punto de vista. ¿Se siente ella sexualmente frustrada? Es correcto que le corte el pene (el caso Bobbitt). ¿Ha sido maltratada? Entonces es correcto que mate al bastardo (el caso de Jennifer Patri). En lo que se refiere a las feministas y al sistema judicial intimidado por las feministas, “las mujeres pueden hacer (grosso modo) cualquier cosa.”

En el prólogo de su libro buena voluntad hacia los hombres, Jack Kammer habla sobre la palabra “misoginia” (odio contra las mujeres), y su equivalente masculino, la “misandria” (odio contra los hombres). ¿Por qué se utiliza con tan poca frecuencia la palabra “misandria” mientras que la palabra “misoginia” es una parte cotidiana de nuestro lenguaje? Cualquier cosa que pueda asemejarse aunque sea remotamente a la misoginia resulta socialmente inaceptable (en el mundo occidental) mientras que la misandria resulta socialmente aceptable. De hecho, la misandria es obligada dentro de los círculos feministas. ¡No hay demasiada necesidad de utilizar una palabra que describe un estado de ánimo asumido por todo el mundo!
Nuestros sistemas legales están basados en este mismo principio de odio contra los hombres- centrados mayormente en proteger a las mujeres de los hombres. Si existe algún crimen cometido por más mujeres que hombres (como es el caso del aborto o el infanticidio), la tendencia occidental es despenalizarlo. A la vez que las penas por provocar abortos (un crimen fundamentalmente femenino) están atenuándose, las condenas por violación (un crimen cometido por hombres principalmente) están aumentando, y la definición de violación se está volviendo cada vez más amplia, pero sólo cuando afecta a víctimas femeninas.

 

Las mujeres en los juzgados

Las comisiones y los grupos de trabajo basados o dominados por las feministas han estado investigando la manera en que los juzgados tratan a las mujeres en países tales como los EEUU, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. El primero de estos estudios fue “The First Year Report of the New Jersey Supreme Court Task Force on Women in the Courts – (El Primer Informe Anual del Grupo de Expertos sobre las Mujeres en los Juzgados del Juzgado Supremo de Nueva Jersey) -junio 1984.” Hubo informes posteriores en varios estados de los EEUU y en otros países, todos ellos basados en este modelo precedente aparentemente válido. ¿Pero tenía verdadera validez?

Se considera rutinario en los países occidentales el estudiar como impacta la Ley sólo en un segmento concreto de la sociedad. El error de estos estudios unilaterales es que se enfocan sólo sobre los problemas de un grupo específico, y están dirigidos a encontrar precisa y únicamente aquello que buscan. En consecuencia, los resultados del estudio ignoran a los grupos que no son considerados como “víctimas”, y los criterios latentes en la propuesta original de la investigación se confirman de un modo casi inevitable al final de lo que es de hecho un proceso arbitrario. Hay que añadir que tales informes ignoran los equilibradores que puedan existir a favor del grupo discriminado en un aspecto concreto, compensando a aquellos que están de algún modo en desventaja tratándolos como a un grupo privilegiado de otra manera.

Lo que esto significa dentro del actual clima político es que tales estudios están preparados para llegar a la conclusión de que las mujeres son víctimas, y es del todo inconcebible que una comisión gubernamental subvencione un estudio sobre el acceso de los hombres a la justicia. La suposición subyacente y no valorada es que las mujeres están siendo discriminadas por el sistema legal, y su propósito es remediar esto para las mujeres, en exclusiva. Verdaderamente, el título “el acceso de las mujeres a la justicia” equivale en la práctica a la afirmación de que los hombres no tienen problemas significativos al acceder a la justicia. Y ésta es una visión falsa y tendenciosa.

Las órdenes de protección Ex-parte son un procedimiento antivarón, draconiano. Este procedimiento permite que se celebre una vista, en la cual un hombre puede ver impedido su futuro contacto con su expareja e hijos, sin que él se encuentre presente o siquiera representado durante la vista- ¡sobre la base de que su pareja sencillamente siente que el podría ser un peligro para ella! Esta es una grave infracción de la justicia natural. Para más detalles sobre este punto, ver

http://blackribboncampaign.altervista.org/femfasci.html.

Tal como Robert Hughes afirma en su libro, “La cultura de la queja: trifulcas norteamericanas” los grupos de presión han distorsionado las políticas de las democracias occidentales. Los académicos, seguidos por los periodistas de la izquierda liberal indoctrinados por las universidades, se agarran a la idea de que algunos grupos se encuentran en “desventaja” u “oprimidos”, y a partir de ahí otras partes del Sistema (normalmente la legislatura o la burocracia) comienzan a estudiar los “problemas” de estos grupos de un modo exclusivo. Ciertamente tales grupos pueden tener quejas justificadas, pero ellos sencillamente presuponen que grupos tales como el de los hombres no las tienen, por lo tanto, no dan a los hombres la misma atención. Esta opinión básica es lo que convierte al feminismo en una ideología. La gente se está engañando a si misma si considera al feminismo como una filosofía racional, alineada en contra de los irracionales modelos religiosos- en debates sobre los valores familiares, el aborto o los derechos de los padres. La ideología feminista está tan basada en la fe como cualquier religión.

Los títulos de estos estudios legales delatan su parcialidad: El de Nueva Jersey era sobre “las mujeres en los juzgados,” y el neozelandés fue un estudio de la comisión legal sobre “el acceso de las mujeres a la justicia.” Los hombres no son incluidos en ellos, por lo menos en lo que a los títulos se refiere. La realidad es que tales estudios tienen relación con los hombres—comparaciones implícitas o explícitas con los hombres suceden de un modo inevitable en estos estudios—pero no tratan el tema de los hombres desde el punto de vista masculino. Mejores títulos habrían sido “hombres y mujeres en los juzgados” o “el acceso de los hombres y las mujeres a la justicia”. Entonces habría habido más posibilidades de que los temas se hubiesen tratado honestamente.

Alguien podría preguntarse entonces si yo estaría en contra de un estudio sobre las consecuencias de la falta de sueño en los conductores de camiones, por ejemplo- refiriéndose al hecho de que en ciertas ocasiones es necesario realizar estudios relacionados con los grupos específicos. Por supuesto, estaría de acuerdo con que se llevasen a cabo estudios como éste. Pero esta clase de estudios no se materializan a partir de la nada- son la consecuencia de que alguien haya convencido a otro alguien de que existe un problema o cuestión similar que debe ser investigado.

En el caso del estudio sobre el efecto de la ausencia de sueño en los conductores de camiones, el problema obviamente es que existen evidencias de primera mano (aportadas por la policía y las agencias de seguridad en el transporte terrestre) de que los conductores de camiones sufren la presión de tener que recorrer largas distancias sin disponer del tiempo suficiente para dormir, y esto tiene como resultado un relativamente elevado número de accidentes, que incluyen a su vez un relativamente elevado costo en términos de heridas, muertes, y perjuicios para los materiales. Los conductores de camión son un caso especial porque sólo ellos—y quizás los pilotos aéreos- se encuentran en esta clase de situaciones. Así que un estudio puede considerarse necesario para comprobar si puede establecerse un sistema de causa-efecto, y valorar que medidas podrían tomarse, de tomar alguna.

Cuando hablamos sobre el tema del acceso de “las mujeres a la justicia”, alguien ha convencido a otro alguien dotado de autoridad de que existía un problema que debía ser investigado, de manera que pudiese plantearse una solución. Pero aquí la prueba de primera mano consistía inicialmente en el hecho de que hay más abogados y jueces masculinos que femeninos, y las feministas dan simplemente por sentado como parte de su rutina que los grupos compuestos por una mayoría de hombres actúan de un modo que favorece los intereses de los hombres por encima de los de las mujeres. Esta creencia es repetida una y otra vez por las feministas en libros, en los medios de comunicación etc. A pesar de todo se trata de una idea equivocada, y es de hecho una creencia estúpida, tal como explico en mi capítulo dedicado a la mentira del “frente masculino”

Cualquier duda que pudiese quedarme sobre estas arbitrariedades fue más que disipada cuando, hace algunos años, presenté una petición ante la Comisión Legal de Nueva Zelanda, acompañada de mi alegato crítico referido a su estudio sobre el acceso de las mujeres a la justicia. Como su órgano administrativo había realizado el estudio sobre el acceso de las mujeres a la justicia y no existía ningún estudio equivalente para los hombres, les pedí que autorizasen a la asociación neozelandesa sobre los derechos de los hombres para que dirigiese un estudio sobre el acceso a la justicia de los varones.1

Aunque ellos aceptaron mi solicitud, meses más tarde, mientras aún estaba esperando su decisión, descubrí que un estudio que seguía unas directrices similares a las del suyo ya había sido dirigido por una entidad totalmente diferente (y menos prestigiosa). Desde el momento en que los organizadores del segundo estudio se las habían arreglado aparentemente para limitar sus autorizaciones a aquellos afines con los criterios que ellos deseaban seguir, estaban en condiciones de crear el tipo de informe que habían deseado originalmente, disponían de sus amigos en los medios de comunicación para publicarlo, y a partir de ahí presionar al sistema legal para ceder a sus demandas.

Sin embargo, cuando la propia Comisión Legal publicó finalmente el informe sobre este estudio (el cual excluyó la contribución de mi organización), lo hizo en nombre de la feminista que realizó este estudio, antes que en nombre de la misma Comisión Legal. Las feministas no dejaron de comprender el significado de esto y se escandalizaron por este golpe a la credibilidad del estudio. Una llegó incluso a escribir una carta dirigida al periódico Dominion (16 de agosto de 1999) protestando por esta “acción sin precedentes”. Claramente, nuestro alegato, junto con los que fueron presentados por otros hombres, había aportado suficientes argumentos para que las facciones no feministas incluidas en la Comisión Legal pudiesen plantar cara a las feministas.

 

Los hombres tienen el poder, las mujeres tienen problemas.

El grupo de expertos de Nueva Jersey daba por sentado que las mujeres estarían más atentas que los hombres a las arbitrariedades contra las mujeres cometidas en los Juzgados. Puede que esto sea cierto. ¿Pero entonces por qué el grupo de expertos estaba compuesto del doble de mujeres que de hombres? Desde el comienzo, estaban más sensibilizados a las discriminaciones contra las mujeres. Esta parcialidad de los miembros del grupo de expertos garantizaba que eso concretamente sería lo único que encontrarían, ya que era el único resultado que estaban buscando, y el equipo mayoritariamente femenino era opuesto a encontrar nada que indicase lo contrario.

El estudio de Nueva Jersey relegó la cuestión referida a la discriminación de género de los acusados en casos criminales a unas escasas siete páginas del informe de 49. ¿Por qué? ¿Podría ser debido a que, irónicamente, las únicas pruebas de discriminación de género en las sentencias que ellas encontraron fueron de discriminaciones contra los hombres? ¿Fue ésta la razón por la que la comisión de expertos dominada por mujeres llegó a la conclusión de que eran necesarios más estudios, antes de tomar ninguna medida referida a este tema?

Más aún, mencionaron estadísticas que mostraban que las discriminaciones en favor de las mujeres en los juzgados eran tan habituales como las discriminaciones contra las mujeres. (Página 137) Incluso su suposición de que las mujeres se mostrarían más atentas a las discriminaciones contra las mujeres de lo que lo harían los hombres, no disculpa el que hayan ignorado esto. Más aún, el informe recomendaba exclusivamente medidas para atenuar las discriminaciones contra las mujeres, y no decía nada en absoluto sobre reducir cualquier discriminación que las favoreciese.

 

Políticas de Género y la Ley.

En la práctica, los países occidentales definen crimen como cualquier cosa que los hombres hacen a las mujeres y que no gusta al rico y/o poderoso. Si las leyes fuesen escritas por los pobres, es muy poco probable que todos los crímenes corrientes contra la propiedad estuviesen sometidos a penas graves. Por no tener demasiadas propiedades, algunos pobres llegan casi a pensar que los pequeños robos son un método de autoayuda al redistribuir la riqueza en beneficio de la justicia social. De un modo similar, la práctica descriminalización del aborto en los países occidentales es un indicativo del poder que tienen las mujeres para abolir leyes que les parecen inadecuadas – y esto conviene a su vez a los hombres de clase superior y clase media alta que desean mantener relaciones sexuales sin convertirse en padres. Los magistrados de sexo masculino y caballerosos también actúan muy frecuentemente en línea con los estereotipos propios del DUAM*:

“En los casos de custodia, encuentran inconcebible el que un hombre desee cuidar de sus hijos, menos aún que fuese capaz de hacerlo. Si se produce un asesinato suponen frecuentemente que cualquier mujer que haya llegado a este extremo debe encontrarse de algún modo mentalmente perturbada, ya que ella con seguridad no podría cometer un acto tan repugnante por su propia, independiente voluntad. Debe remarcarse que esta creencia es compartida por muchas activistas feministas, quienes afirman tenazmente que ninguna mujer ataca nunca, y mucho menos mata, a su pareja sin que exista una provocación prolongada y desproporcionada.” (Thomas 1993, página 126).

*Nota del traductor: “DUAM”, siglas de “Dykism Unholy Alliance with Machism”: “La alianza impía del Dykismo con el Machismo”. En el capítulo séptimo sobre la mentira de la violencia doméstica se presenta el término por primera vez y se aclara su sentido más profundamente.

Un sistema de justicia orientado en beneficio de los hombres convertiría en un crimen para una mujer el llevar prendas provocativas y rechazar a los hombres que se le insinuasen. Los sistemas occidentales de justicia antivarón someten a los hombres al acoso sexual de las mujeres que usan prendas provocativas – ¡con los hombres expuestos al despido o a un proceso judicial si se ven estimulados hasta llegar a intentar tener algo con ellas! Las mujeres que utilizan prendas provocativas están enviando señales de invitación y deberían ser requeridas a aceptar todas las tentativas que recibiesen, o prohibírseles quejarse cuando los hombres responden. Nadie está obligándolas a usar prendas provocativas, y este tipo de vestimenta, en el contexto de las actuales leyes y regulaciones occidentales en materia de violación y acoso sexual, conduce a una severa opresión de los hombres:

 

Es criminal

Entonces ¿qué es exactamente crimen? Un texto sobre criminología ofrece la siguiente respuesta:

“Todas las sociedades tienen un sistema de normas promulgado por los grupos dominantes o dirigentes para controlar la conducta de sus miembros... cuando éstas son reglas formales o regulaciones promulgadas por aquellos que ejercen la autoridad política, y cuando las violaciones pueden castigarse en nombre del estado o del gobierno, las violaciones son consideradas crímenes.” (Haskell y Yablonsky, 1974, Criminology: Crime and Criminality (Criminología: Crimen y criminalidad) Chicago: Rand McNally;página 3).

Si ésta es una definición correcta de crimen, entonces para determinar cuáles son los “grupos dominantes o dirigentes” y cuáles son los grupos oprimidos en una sociedad concreta, todo lo que tenemos que hacer es revisar las estadísticas de crímenes. Podría suponerse que los grupos dominantes/dirigentes prohibirían pocas de las acciones de sus propios integrantes y si muchas de las actividades a las que los grupos oprimidos tienen tendencia. Esto resultaría en una mayor tasa criminal para los grupos oprimidos que para los grupos dominantes/dirigentes.

Ciertamente, los grupos raciales/étnicos que son considerados como oprimidos según lo políticamente correcto (afroamericanos en los EEUU y Canadá, maoríes en Nueva Zelanda, aborígenes en Australia, etc.) acostumbran a tener una tasa criminal superior a la del grupo racialmente mayoritario. Esta más allá del alcance de este capítulo el discutir las razones para esta mayor proporción de crímenes. 2 Ni estoy necesariamente defendiendo aquí los posicionamientos que afirman que estos grupos raciales son indistintamente oprimidos o malvados. A lo que me refiero es simplemente que la coalición de las víctimas, la cual ha influenciado tan eficazmente a los medios de comunicación, los académicos, a los votantes y a los políticos, se basa en una débil base teórica en lo que se refiere a las mujeres. Desde el momento que las feministas afirman rotundamente que las mujeres representan una minoría oprimida (y, en consecuencia, que los hombres no), la tasa de criminalidad femenina debería ser muy superior a la masculina.

Esto, por supuesto, no es lo que sucede. La tasa muy superior de criminalidad masculina parece indicar que son los hombres, y no las mujeres, quienes están oprimidos. Más aún, a diferencia de las mujeres los hombres constituyen una minoría numérica. En los EEUU, por ejemplo, las votantes femeninas han superado en número a los votantes masculinos durante muchos años. Hasta el año 1991 el feminismo no sacó demasiado beneficio de este hecho. Cuando Clinton llegó a la presidencia, sin embargo, enarbolaron las señales de stop, hablaron de la influencia de las mujeres en las elecciones, y consiguieron que su hombre fuese elegido. En este contexto, es imposible incluir a las mujeres dentro de las minorías étnicas y sociales genuinas. ¡Si nosotros hiciésemos la presuposición contraria de que los hombres son el sexo oprimido, entonces la coalición de las víctimas estaría por lo menos enteramente compuesta de minorías auténticas!

A pesar de la parcialidad antivarón de la justicia, sin embargo, no todo está bien dentro del bando feminista: cada vez con más frecuencia los tribunales están juzgando a las mujeres de un modo igualitario, y esto es algo que no les gusta a las feministas:

“Lo que tenemos en la actualidad es algo a lo que varias de mis colegas han definido como “igualdad con venganza”. Existe un debate entre algunas de las académicas feministas sobre si deberíamos continuar empujando hacia la igualdad, ya que, principalmente en el área de la justicia penal, la igualdad ha herido a las mujeres.” (Barbara E. Bloom, profesora ayudante, Universidad de San José State, Women in Prison, (Mujeres en prisión) revista septiembre/ octubre de 1998)

Desde la Ms. Magazine* hasta la revista Glamour, las feministas están indignadas por el hecho de que la proporción en que las mujeres son encarceladas está creciendo más rápido de lo que crece el mismo porcentaje para los varones. Esta es una estrategia común, a la cual recurren en cualquier ocasión en la que el número absoluto de las estadísticas de algunas víctimas es muy superior para los hombres que para las mujeres. “¡Sí, pero el incremento en el porcentaje de nuevos casos es superior para las mujeres que para los hombres! Gritan. Las feministas neozelandesas tienen al Gobierno gastando dinero para prevenir que las mujeres fumen ya que las mujeres están fumando de un modo creciente. El DUAM hace imposible para cualquier gobierno el señalar a los hombres, como grupo, para ayudarlos- la ayuda o se da a los dos sexos sin diferenciar, o exclusivamente a las mujeres (o a un grupo de mujeres pertenecientes a una etnia, por ejemplo las mujeres maoríes, en el caso del tabaco). Lo mejor que pueden esperar los hombres como ayuda es aquélla que va dirigida a los miembros masculinos de una minoría étnica- por ejemplo la investigación del cáncer de próstata entre los polinesios.

*Nota del traductor: Ms. Magazine, una de las más conocidas revistas de difusión del pensamiento feminista, fundada, entre otros, por la célebre feminista Gloria Steinem y en cuya directiva se han destacado otras reconocidas activistas e ideólogas de este movimiento.

Con todo, es un hecho claro que la mayoría de los tomadores de decisiones en la mayor parte de las sociedades son hombres. Así que ¿Cómo puede el grupo dirigente/dominante oprimirse a si mismo? La tradición nos da una parte de la respuesta. Los dirigentes se ven a si mismos, hasta cierto punto de un modo acertado, gobernando en beneficio del conjunto de la población más que en su propio provecho. Así que tratan a cualquier grupo que carece del voto, o que parece desprovisto de poder en cualquier otro aspecto, con cierta protección paternalista. De este modo, cuando la sociedad reconoció a los hombres como la cabeza legal de la familia, no consideraron que las mujeres estuviesen compitiendo con ellos, así que los legisladores masculinos definieron y aplicaron leyes dirigidas a los criminales masculinos y trataron a las mujeres con indulgencia. Si las feministas deseasen realmente la igualdad con los hombres, harían campaña en contra de esta clase de leyes-¡pero no la desean, y por lo tanto no la hacen!

 

La política de los grupos de presión

Otra razón, sin embargo, es que en las sociedades democráticas los dirigentes están muy pendientes de los grupos de presión. Una vez que un grupo social ha logrado el gran paso adelante de que el conjunto de la sociedad acepte que está oprimido, consigue un enorme poder moral sobre la elite dirigente. El poder moral se ve convertido por los medios de comunicación en poder político. Un elevado porcentaje de los informes de los medios de comunicación occidentales hace referencia a las quejas de carácter moral de un grupo u otro. Y, como J.W. Boyce señala, los medios padecen una tendenciosidad antivarón

Esta tesis ha establecido una disparidad significativa entre la cobertura de las víctimas masculinas y femeninas de violencia y los porcentajes de la victimización masculina y femenina. Este tipo de cobertura contribuye a generar cantidades desproporcionadas de miedo en hombres y mujeres, ignora la violencia que pudiese afectar a los hombres en concreto, y es incapaz de reconocer que tanto los hombres como las mujeres pueden ser victimarios y víctimas. En lo referido a la política pública, esto potencia una atención singularizada que sitúa a las mujeres como víctimas en los estudios, las campañas de los medios de comunicación, y la financiación de proyectos y refugios, entre otras cosas. La consecuencia principal es que la violencia contra los hombres ha sido ignorada, a pesar de las estadísticas que demuestran que los hombres tienen al menos las mismas probabilidades que las mujeres de ser víctimas de la violencia. (J.W. Boyce, Manufacturing Concern: Worthy and Unworthy Victims – Headline Coverage of Male and Female Victims of Violence in Canadian Daily Newspapers, (Creando temas de discusión: víctimas dignas e indignas: titular de reportaje sobre las víctimas masculinas y femeninas de violencia en los periódicos diarios canadienses) 1989 a 1992, Págs. 31-32)

Durante los pasados doscientos o trescientos años, muchas sociedades han evolucionado desde el antiguo modelo paternalista hasta el modelo democrático basado en los grupos de presión. De cualquier modo, es importante no subestimar “el poder detrás del trono.” Grupos que no llegan a sujetar las palancas del poder pueden no obstante manejar las cuerdas atadas a las manos que controlan estas palancas. Y las mujeres con posiciones de mando no son más inmunes a esta situación de lo que lo son los hombres.

A medida que un número creciente de mujeres alcanzan posiciones influyentes, suceden dos cosas. En primer lugar, ellas se ven sujetas a las mismas presiones que sus equivalentes masculinos, y como consecuencia sus decisiones definitivas (en muchos casos) difieren poco de las de los hombres. Esta es la razón por la que las feministas se quejan de que las mujeres que “triunfan” se han vendido al sistema masculino. Ellas no se han vendido, y no existe el sistema masculino. En segundo lugar, las mujeres compiten con los hombres. Por lo cual, existen pocos hombres situados en posiciones de poder que deseen ofrecer la protección paternalista y caballerosa que solían dar. (Podría conducir también a la ruptura gradual de la sociedad tradicional, a medida que los antiguos roles complementarios y cooperativos entre hombres y mujeres se marchiten y mueran.)

La tesis alternativa de las feministas es que las mujeres están realmente oprimidas, incluso si los hombres son quienes padecen las mayores tasas de arresto. Cuando miras a todas las desventajas sociales que los hombres sufren, parece improbable que las feministas puedan definir a los “oprimidos” de un modo que justifique sus quejas. Más aún, han prosperado con ello simplemente porque los hombres han sentido demasiado afecto hacía las mujeres como para enfrentarse con ellas. ¿Cómo podrían estas adorables criaturas ser el enemigo, después de todo? ¡¿Si te atreves a contradecir a una mujer, seguro que no eres un verdadero hombre?! Es difícil para cualquier hombre el atacar a las mujeres, y las feministas, ahora que manejan la situación, han obtenido la máxima ventaja de esto. Si criticas a las feministas te acusan de ser contrario a las mujeres y un misógino.

Por ejemplo, un hombre a quien se le había dicho que yo era “antimujeres” defendía el concepto del reclutamiento militar de los hombres basándose exclusivamente en que era el “rol masculino” defender la nación. ¡Él estaba, sin embargo, demasiado asustado de su esposa feminista como para sugerir que las mujeres deberían tener algún rol restrictivo del mismo tipo, como permanecer en el hogar y cuidar de los niños! Este es el típico doble patrón antivarón de los hombres feministas, el cual domina la justicia y las políticas de género.

Tanto los hombres como las mujeres deberían tener roles separados, restrictivos, o no tenerlos ninguno. Las mujeres y los niños estarían mejor si los hombres dejasen de intentar ser tan caballerosos, y comenzasen a actuar en beneficio de la justicia para todos, más que para el estrecho interés de un solo segmento de la sociedad.

 

Género e injusticia

El fraude subyacente a las protestas feministas se vuelve aún más obvio cuando examinamos las estadísticas de desigualdad judicial por género. De acuerdo con la Oficina de Estadísticas Judiciales del Departamento de Justicia de los EEUU (U.S. Department of Justice Bureau of Justice Statistics) (www.ojp.usdoj.gov/bjs/crimoff.htm), desde el 11 de julio de 1999, las posibilidades para una persona condenada a prisión de ser sentenciada a cadena perpetua son mayores para:

  1. Hombres (9%) superior a las mujeres (1,1%)

  2. Negros (16,2%) e Hispanos (9,4%) superior a los blancos (2,5%)

Es destacable que la disparidad señalada más arriba entre hombres y mujeres es incluso mayor de la existente entre negros y blancos. ¿Por qué? ¿Si la mayor tasa de encarcelación para la gente de color es indicativa de opresión racial, entonces que sucede con la tasa superior para los hombres?

Ya en el año 1974, los expertos atribuyeron estas disparidades a las grandes diferencias entre los roles masculino y femenino en la sociedad. Haskell y Yablonsky (1974) tienen una esclarecedora sección referida a las diferencias sexuales en criminalidad. Señalaron que un 85% de los arrestados en los EEUU en el año 1972 eran hombres. Los hombres superaban a las mujeres en arrestos para todos los delitos excepto “la prostitución y el vicio comercializado,” y “las fugas”. El porcentaje de encarcelamientos está incluso más severamente orientado en perjuicio de los hombres de lo que lo está la tasa de arrestos: Entre el 1968 y 1971 en los EEUU, sólo un 3% de la población carcelaria era femenina.

Según Haskell y Yablonsky, los hombres tienden a tener que realizar aquellas tareas que son peligrosas, o incluyen un trabajo físico pesado, o violencia. Los crímenes frecuentemente incluyen por lo menos alguno de estos factores. Los hombres, a su vez, han sido tradicionalmente quienes consiguen el dinero para el núcleo familiar, y esto ha hecho más probable que ellos, más que las mujeres, puedan verse envueltos en actividades criminales. A comienzos de 1970, sin embargo, el porcentaje de arrestos a mujeres por delitos serios comenzó a aumentar bruscamente en los EEUU. Los autores achacan esto a la homogeneización de los roles sociales para hombres y mujeres surgida del feminismo. En concreto, la creciente presión sobre las mujeres para que se conviertan en generadoras de ingresos hace más probable que algunas mujeres puedan iniciarse en las actividades criminales.

Sin embargo, la tasa de arresto femenina ha permanecido muy por debajo de la masculina, y los autores atribuyen este hecho a nueve causas distintas:

  1. Los roles femeninos están más claramente definidos. Las hijas pueden observar frecuentemente a sus madres desarrollando sus tareas tradicionales, femeninas en el hogar. Los hijos normalmente sólo pueden observar a sus padres durante su tiempo libre, así que no consiguen un modelo de rol tan claro de sus padres como el que sus hermanas logran de sus madres.

  2. Las chicas son vigiladas más de cerca en los hogares con dos cónyuges. Los padres tienden a limitar los movimientos de sus hijas más de lo que restringen los de sus hijos. También tienden a vetar las amistades de las hijas (principalmente los novios) en mayor medida de lo que lo hacen con las compañías de los niños.

  3. Las mujeres reciben una mayor protección. Los padres y otros miembros de la familia están más dispuestos a asumir responsabilidades financieras y de otras clases por una mujer antes que por un hombre en momentos de necesidad o dificultad. Existen también más agencias sociales de diferentes tipos que atienden las necesidades de las mujeres solitarias antes que las de los hombres solitarios.

  4. Las mujeres sin formación tienen más opciones de futuro laborales. Los hombres sin formación tienen más posibilidades de formar parte del último nivel socioeconómico que las mujeres no cualificadas. Las mujeres sin formación pueden ser social y económicamente valiosas como amas de casa- no importa lo buenas o malas que sean cocinando, cuidando de los niños, etc. En países como los EEUU, tienen muchas más posibilidades de realizar tareas domésticas en hogares pudientes (como niñeras, cocineras, etc.) de las que tienen los hombres.

  5. Los roles masculinos son más activos. “Se arresta por conducir bajo los efectos del alcohol a casi 15 veces más hombres que mujeres. En nuestra cultura si un hombre y una mujer van juntos en un automóvil, se supone que debe conducir el hombre. Si están los dos borrachos, es más probable que sea el hombre quién esté al volante y en consecuencia tiene más posibilidades de ser arrestado por conducir borracho. Es también el que tiene más posibilidades de ser atrapado con drogas, aunque ambos podrían estar consumiéndolas” (Haskell & Yablonsky 1974, 249).

  6. Los hombres tienen tendencia a ser caballerosos y en algunas ocasiones “apechugan” por crímenes que han sido cometidos por mujeres, o que ayudaron a su hombre a cometer.

  7. La gente percibe a los hombres y las mujeres de un modo distinto. Una mujer puede marcharse sin consecuencias por decir o hacer algo por lo que la policía arrestaría a un hombre. Más aún, una mujer puede hacer que arresten a un hombre porque él “la asusta” pero si un hombre intentase hacer arrestar a una mujer por el mismo motivo la policía y la opinión pública lo considerarían como cobarde y no varonil, un pelele y un llorica, un perdedor indigno de respeto o amor.

  8. La policía reacciona de un modo diferente ante los hombres y las mujeres. Un hombre que camine por las calles de noche es un posible criminal. Una mujer haciendo lo mismo, a la inversa, es una posible víctima. Como existen pocos grupos que defiendan los derechos de los hombres, no se escucha a nadie quejándose de hasta que punto esto es un doble patrón sexista. Compara esto con la situación paralela de la policía reaccionando de un modo diferente según las diferentes razas. En tales casos, a los grupos de presión les sobra tiempo para presentar acusaciones de racismo.

  9. Una gran cantidad de crímenes perpetrados por mujeres pasan desapercibidos o no son denunciados. Los autores citan investigaciones que remarcan los siguientes tipos de crímenes:

 

Justicia discriminatoria

Farrell (1993) documenta exhaustivamente la manera en la que el sistema de justicia americano discrimina a los hombres. Por ejemplo, un hombre que comete asesinato en los EEUU tiene veinte veces más posibilidades que una mujer de ser condenado a pena de muerte. Una mujer tiene que matar a otra mujer o a un niño antes de correr riesgo auténtico de ser sentenciada a muerte. Evidentemente, el asesinato de un hombre no resulta lo suficientemente serio como para merecer la ejecución.

El 30 de enero del 2000, el Ministro de Justicia del Partido Laborista Neozelandés del Gobierno anunció que las mujeres serían consideradas en igualdad con los hombres en los cargos criminales por asalto indecente y otros crímenes sexuales (periódico Dominion, 31 de enero del 2000). ¡Esta es la clase de “igualdad” que les gustaría ver a los hombres! Escribí entonces a la Ministra de Asuntos de Mujeres, preguntándola por qué su ministerio, cuya afirmación de principios incluye la meta de la “Igualdad”, no había propuesto este cambio muchos años atrás-¡pero ella no contestó a mi pregunta!

El sistema de justicia de cualquier país occidental está orientado en contra de los hombres. Por ejemplo, el sitio web http://www.justice.govt.nz/publications/global-publications/s/sentencing-in-new-zealand-a-statistical-analysis/documents/sentencing_1999.pdf contiene un estudio estadístico realizado oficialmente por el gobierno, demostrando que el simple hecho de ser hombre aumenta las probabilidades de recibir una severa sentencia por un crimen concreto.

En Nueva Zelanda en el 1991, un 17 por ciento de los arrestos no relacionados con el tráfico incluían a mujeres que habían transgredido la ley, a pesar de todo las mujeres constituían sólo el 6 por ciento de la población carcelaria, demostrando que los juzgados condenan a las delincuentes femeninas a prisión bastante menos a menudo, o por periodos mucho más cortos, que a los hombres. Cuando estas variaciones se aplican a la raza, hacen que sospechemos la influencia del racismo.

Como el Dr. Greg Newbold, un sociólogo, señaló: “Las mujeres violentas tenían muchas más posibilidades de ser tratadas con indulgencia por los juzgados. Raramente recibían sentencias privativas de libertad, incluso cuando cometían faltas graves, y cuando iban a la cárcel solían imponérseles sentencias más cortas. Y la violencia cometida por las mujeres pasaba en gran medida sin denunciar. Las mujeres eran tan tendentes-si no más tendentes- a agredir a sus parejas, pero la violencia doméstica cometida por mujeres se denunciaba en raras ocasiones.”3

Como ejemplo citaba el caso de Raewyn Bell, sentenciada por el Tribunal Supremo de Wellington a una sentencia no privativa de libertad por abusar sexualmente de una niña de 9 años de la que fue niñera. El abogado de Bell argumentó que ella se encontraba perturbada después de continuos abortos y problemas durante la menopausia. La clase de coartada, dice el Dr. Newbold, que los hombres no pueden usar, “pero las mujeres las usan y se las cree.”

La industria de investigación feminista ha trabajado duro para encontrar excusas a los crímenes que cometen las mujeres-abortos naturales, menopausia, la tensión premenstrual, el síndrome de la mujer maltratada… sin ninguna duda la lista continuará creciendo. Si existiese una industria de investigación masculinista, podría sin duda hacer referencia a los niveles de testosterona, los desórdenes cromosómicos, y los genes defectuosos como excusas para los crímenes cometidos por hombres.

 

El divorcio y las leyes sobre la custodia

El derecho de familia ha cambiado bajo la influencia feminista. ¡Una mujer puede entrar en un matrimonio sin nada, y salir de él unos pocos años después con la mitad de los bienes de su marido y (en la mayoría de los casos) la custodia de los hijos de la pareja! Un auténtico expolio desde el punto de vista del hombre, pero un muy buen acuerdo desde el de la mujer. Además ella tiene las ayudas sociales como ventaja y red de seguridad añadida. El marido tiene sólo los pagos de las pensiones para mantener a los niños tanto si se le permite verlos como si no. Algunos padres neozelandeses han estado debatiendo sobre si retener los pagos de las pensiones de manutención si no se les provee de un acceso adecuado a sus hijos.

El arsenal legal de la esposa en proceso de divorcio es formidable. Es algo que se encuentra a su disposición y a la orden del día el hacer denuncias no probadas de abuso de menores o de violencia doméstica en contra de su marido, y esto es bastante para que ella consiga la custodia de los hijos. Como un macabro beneficio añadido, tal como señala el representante de los derechos de los padres Frank Zepezauer, puede llevar a su marido a la cárcel si es capaz de perseverar en sus acusaciones.

Las acusaciones de abusos a niños son frecuentemente creídas en base a evidencias muy endebles. El libro sobre niños de la asociación Plunket advierte a los padres que los niños mienten a menudo- ¡Sin embargo los peritos “expertos” (es decir, feministas) afirman a menudo en los procesos por abuso sexual que los niños nunca mienten! y a menudo da la impresión de que los juzgados y las agencias de bienestar social están más dispuestos a creerse las acusaciones disparatadas sobre las malas acciones masculinas antes de aceptar que una mujer haya cometido abusos infantiles o violencia doméstica.

En Nueva Zelanda, los Juzgados de Familia están cerrados al público y a los medios, así que es muy difícil demostrar la existencia de discriminaciones antivarón dentro de su sistema. Sin embargo, un día del 2001, la televisión neozelandesa recibió permiso para filmar y emitir un día de la vida del juez Adams, quien seguramente había sido escogido por el sistema como un juez modélico. He aquí la carta que yo envié al magistrado director de los Juzgados de Familia a tenor de este programa:

“Re: Un programa de televisión demuestra discriminaciones en los Juzgados de Familia.

Escribo en referencia al programa de televisión The Family Court: Behind Closed Doors (El Juzgado de Familia: Tras las puertas cerradas) (TV1, 19 marzo 2001). Tenía toda la apariencia de un ejercicio de relaciones públicas en defensa del sistema de los Juzgados de Familia- y yo no lo critico por esto. Es bueno conocer las dos caras de una historia, y es correcto y adecuado para el Sistema el desear y esperar que la Sociedad confíe en sus instituciones.

Sin embargo, dado que proponía el punto de vista del Sistema, el programa no posibilitaba ninguna defensa contra cualquier acusación de discriminación que este programa mostrase de un modo manifiesto. En otras palabras, no podía decirse que el programa incluyese de un modo selectivo incidentes que demostrasen discriminaciones, ya que había sido preparado de una forma clara para demostrar la ausencia de discriminaciones en los Juzgados de Familia (por ejemplo, contra los hombres y los padres).

 

Puntos generales

Parece que dentro del Sistema Judicial existe el sentimiento de que la gente (los padres, más concretamente) no comprenden los Juzgados de Familia, y que una vez que sean capaces de entenderlos mejor, buena parte de su hostilidad hacia ellos desaparecerá. Esta es una idea equivocada, y parece que es la causa por la que se tomaron la molestia de describir al juez Adams como un “Kiwi* bastante corriente”. Personalmente no deseo que los jueces sean “corrientes”, ya que su trabajo no es un trabajo corriente- y, afortunadamente, el juez Adams parecía tener una inteligencia superior a la media. También daba la impresión de ser bien intencionado, y (fuese sin querer o a propósito) se mostró como se involucraba emocionalmente con sus casos- lo cual puede ser inevitable. Por supuesto, cuando te has involucrado emocionalmente, es bastante probable el tener preferencias.

*Nota del traductor: En ocasiones los neozelandeses utilizan el término kiwi para referirse a si mismos.

El programa también mostraba que él era un caso muy particular de “Kiwi corriente”- muy políticamente correcto:

No estoy argumentando en contra de sus ideas o prácticas- sólo señalo que él parece ser una clase concreta de persona, y aquellas personas que se le asemejan en estos aspectos, o que tengan “puntos positivos” en forma de la diferenciación étnica o la orientación sexual, podrían con seguridad esperar estar mejor en su juzgado que la gente que no. En particular los hombres que no tienen ideas feministas sobre el cuidado de los hijos, las tareas domésticas, las madres trabajadoras, etc. —sobre todo si estas opiniones no están apoyadas por un trasfondo cultural exótico—podrían esperar ser tratados de un modo menos favorable, en su tribunal. El juez Baragwanath, de la comisión legal, por ejemplo, ha hecho declaraciones públicas con comentarios peyorativos referidos a los hombres con opiniones “chapadas a la antigua” sobre estas cuestiones.

Es probable que el mero hecho de que las cámaras se encontrasen en el juzgado haya tenido algún efecto sobre las acciones de los participantes. Principalmente en las del juez, que estaba, en cierto modo, siendo puesto a prueba él mismo, en nombre del sistema dentro del que trabaja. Debe haber pensado en quiénes estaban observándole, y quién podría estar criticándole más probablemente, y opino que podría estar pensando en:

El tema más general es que los jueces, psicólogos, magistrados y normativas machistas y patriarcales “pasadas de moda” coinciden con sus colegas políticamente correctos y feministas en su estolidez compartida hacía los sentimientos de los hombres.
El juez confía en los psicólogos y abogados del niño* para tomar sus decisiones, pero estas personas no son auténticos expertos, no tienen responsabilidades, y son probablemente antivarón en la mayoría de los casos. Para evitar discriminaciones, el abogado del niño y el psicólogo no deberían ser elegidos exclusivamente por el juzgado, ya que los juzgados están dominados por mujeres. Si yo, por ejemplo, acudo al juzgado del distrito de Lower Hutt, me veré confrontado por una marea de mujeres, y la hostilidad se hace casi palpable, en ciertas ocasiones, ya que tengo un historial por enfrentarme con el acoso de las feministas. Y tenemos psicólogos porque creemos que les necesitamos- no porque se haya demostrado de ninguna forma razonable el que sepan realmente lo que están haciendo. Además, la psicología, como especialidad, está muy influenciada por la propaganda feminista antivarón.

*Nota del traductor: El término traducido como “abogado del niño” aparece en el original como “counsel for the child”, término legal anglosajón que hace referencia a un abogado propio de los juzgados de familia, especialmente definido para defender los intereses del niño en los procesos de separación y divorcio. La labor de estos abogados se realiza en base a dos enfoques, o bien argumentar buscando lo que puede considerarse objetivamente como el mayor bien del menor, o bien tratar de defender la opinión del menor y sus intereses según su criterio. Este segundo enfoque está teniendo una creciente influencia, sobre todo desde que la ONU realizase en el año 1989 la Convención sobre los Derechos del Niño. En la práctica la labor de un counsel for the child o abogado del niño incluiría la representación del niño, la comprensión de sus deseos y su defensa en el Juzgado, manteniendo siempre como un valor fundamental el bienestar del menor.

Del mismo modo el abogado del niño sólo puede conjeturar sobre qué es el mayor interés para el menor-nadie puede saber lo suficiente sobre todos los factores significativos de un caso concreto (no digamos ya vaticinar el futuro) con el propósito de emitir un veredicto a propósito de cual es la mejor solución para un niño en esas circunstancias. Por ejemplo, en un caso sobre el régimen de visitas, el abogado del niño dijo que el padre debería desplazarse más cerca de la madre si él deseaba tener un mayor acceso a su hijo. ¿Por qué no podía ser la madre quién tuviese que desplazarse más cerca del padre? No se expuso ninguna razón. Se supone que el Juzgado de Familia (y especialmente el abogado del niño) obran buscando el mayor beneficio para el menor. Este fue un ejemplo evidente de cómo el “mayor beneficio para el menor” se utiliza en realidad como un caballo de Troya a favor del mayor beneficio para la madre. Los grupos de padres afirman esto continuamente, y aquí nos encontramos con un programa de relaciones públicas de los Juzgados de Familia que demuestra lo mismo.

Tras este caso, el juez Adams apareció declarando ante la cámara que podría considerarse su decisión como discriminatoria por razón de género en contra de los padres, pero que en su opinión sería capaz de reconocer cualquier atisbo de discriminación de género en sus sentencias, de producirse alguna. ¡Ésta debe ser con seguridad una de las afirmaciones más absurdas en la historia de la aplicación de la ley! ¿Por qué piensa el juez Adams que existen los Juzgados de Apelación, si no es para proteger a la sociedad de la incapacidad muy humana de los jueces para controlar o vigilar sus propias arbitrariedades e incompetencias? Cualquier decisión tomada por el Juez Adams que pudiese parecer discriminatoria por razón de género ante los grupos de hombres y padres no sería considerada discriminatoria para el juez Adams, ya que consideraría que se fundamentaba en factores/excusas que los grupos de hombres/padres no comprenden lo suficiente.

 

Custodia

Se mostró un caso de custodia, en el que el padre logró la custodia provisional*, a pesar de las objeciones de la madre.

*Nota del traductor: custodia provisional, en el original “temporary custody”. Si bien el término legal custodia provisional es bastante extendido en castellano, puede confundir por su semántica al lector no demasiado familizarizado con la dinámica legal de las rupturas de pareja. La mayor parte de las veces el progenitor que recibe la custodia provisional termina siendo él mismo que obtiene la custodia preferente del menor. En efecto, una vez establecida la custodia temporal en beneficio de uno de los progenitores es muy difícil que se alcance un desenlace en forma de custodia compartida. En los futuros desarrollos del caso los jueces considerarán que habiendo establecido el menor un vínculo preferente con una de las partes y desarrollado sus principales hábitos en un entorno concreto, puede resultar contrario a sus intereses cambiar esta situación. Para quien desee llegar a una solución de custodia compartida es básico evitar cualquier arreglo que represente una preferencia para una de las partes, ya que en estos contextos la mayoría de los jueces decidirán influenciados por el factor estabilidad del menor. Por eso, en el caso del juez Adams y en todos los demás, resulta tan significativo determinar cuál de los dos padres logra la custodia provisional. Aunque este término no parezca definitivo en la mayoría de los casos sí lo es.

Pero esto sólo sucedió porque la propia madre pidió al niño que se fuese a vivir con su padre debido a un problema de disciplina. ¡Entonces la madre comenzó a preocuparse porque el niño permanecía allí demasiado tiempo! Daba la impresión de que la madre había demostrado ser incapaz de disciplinar al niño por sí misma, y que esto (junto con el hecho de que el niño había comenzado la escuela en su nueva localidad) fue la razón por la que al juez Adams se le llegó a ocurrir el planteamiento de llegar a darle la custodia provisional al padre.

 

Violencia doméstica

El más llamativo caso de discriminación antivarón sucedió en el caso por violencia doméstica. La parcialidad comenzó en la introducción al fragmento filmado, en la que el Juez Adams explicaba lo asqueado que se encontraba por la violencia doméstica que se encontraba a menudo. Por supuesto, para las palabras “violencia doméstica”, interpreta “violencia del hombre” ya que toda la propaganda se refiere a violencia ejercida por los hombres. La investigación académica es unánime en que las mujeres cometen tanta- de hecho, recientemente ha sido más- violencia doméstica como los hombres, salvo por los estudios en los que las preguntas del cuestionario han sido arregladas para dar un resultado diferente (como sucedió en el Cuestionario Nacional Neozelandés de Víctimas de Crímenes de 1996 (New Zealand National Survey of Crime Victims)). Ver: http://www.csulb.edu/~mfiebert/assault.htm

El caso de Violencia Doméstica fue uno en el que un hombre polinesio se representaba a sí mismo ante el juzgado- probablemente porque no podía permitirse pagar un abogado. Él protestaba por tener que acudir a un curso sobre “el tratamiento de la agresividad” –en el que feministas masculinos antivarón intentarían enseñarle que debía culparse por cualquier cosa reprochable sucedida entre él y cualquier mujer en su proximidad. Finalmente, siendo una persona normal más que un letrado, no pudo soportar la presión antivarón a la que se vio sometido por el juez Adams, y se vio obligado a aceptar la asistencia al curso.

Tras escuchar el discurso de apertura del hombre el juez Adams resumió su declaración jurada diciendo que el hombre también había tenido que soportar mucho (de parte de su expareja). Entonces el juez dijo, “Supongo que eso implica que Vd. perdió el control”. Esto es una prueba de un fuerte sesgo antivarón por parte del juez Adams. El punto central en la argumentación de este hombre era que su exnovia había sido culpable de maltrato físico y psicológico, y en consecuencia debería o bien castigarse a los dos o a ninguno de ellos. El hecho de que el juez sencillamente se negase a considerar la posibilidad de que la mujer pudiese ser igualmente susceptible de ser castigada por sus acciones es un enorme prejuicio sexista que debería descalificarlo para seguir trabajando en la judicatura.

Las lesbianas que manejan la propaganda sobre Violencia Doméstica en la TV One y otros organismos de la propaganda antivarón no ven a los hombres como personas- sino como el enemigo. Los enemigos no tienen sentimientos. Un hombre deja de ser un ser humano una vez que las palabras “violencia doméstica” han sido pronunciadas—exactamente igual que un bebé no nacido, visible a través de una ecografía, no es un ser humano, una vez que su madre ha decidido unilateralmente acabar con su vida.

Yo mismo he sido agredido y amenazado por parte de mujeres en mi puesto de trabajo. Estas mujeres jamás han sufrido ninguna consecuencia negativa como resultado de su conducta, que yo sepa. Cuando intenté presentar una queja porque una de estas mujeres había sido ascendida, junto con otra demostrable mujer antivarón, no recibí ninguna respuesta de la jefa del Departamento de Recursos Humanos, y cuando coloqué la queja en la agenda de una reunión del sindicato, la secretaria la cambió de sitio, debajo de los asuntos del día, hasta el rincón de los “asuntos generales”, con el propósito de asegurarse de que no sería discutido.

Yo he visto a una mujer golpear duramente a su novio en la cabeza a plena luz del día en el centro de Wellington, y ambos continuaron como si nada hubiese sucedido- en realidad, en lo que a la aplicación de la Ley se refiere, no ha pasado nada. Sólo puedes cometer una agresión punible contra un varón adulto si tú mismo eres un hombre, o se producen lesiones corporales graves.

La novia del caso del Juzgado de Familia en cuestión había estado acostada con un amigo, en la oscuridad, en la cama de la hija de su novio, y arguyó, al ser descubiertos por él, diciendo que “solamente hablaban”. Más tarde, ella se burló de su novio por lo sucedido. Esto es claramente un maltrato psicológico severo cometido por ella sobre su novio, que le causó a él un intenso sufrimiento.

El hombre también planteó la posibilidad de que ella lo hiciese a propósito, con la idea de provocarle a hacer algo que podría ser utilizado para conseguir la custodia exclusiva de la niña y restringirle a él al acceso supervisado* a su hija. ( pudo haber sido aconsejada para probar esta táctica por un refugio de mujeres o una abogada feminista- o simplemente por su amistosa vecina feminista lesbiana.)

* Nota del traductor: acceso supervisado, en inglés supervised access. Término legal que se refiere a casos en los que se concede el derecho a tener contacto con el menor a una de las partes, pero respetando ciertas condiciones sobre la forma en que el encuentro o visita pueden desarrollarse. Se aplica cuando se considera que puede existir riesgo para el bienestar del menor o en casos en los que el progenitor y el menor llevan mucho tiempo sin comunicarse, ya sea por obstrucción malintencionada al vínculo paterno-filial u otras causas, y necesitan un periodo de adaptación mutua para restablecer una relación normal.

En ese momento el juez Adams dijo, “¿Puede explicarme por qué esto es importante para el asunto que debo valorar hoy?" Esto demuestra que el juez Adams carece de cualquier noción sobre:

Esto va en contra del escenario que el Juez admitió, diciendo que ambas partes podían tener parte de culpa-pero sólo castigo al hombre, humillándolo de dos maneras:

Los Juzgados de Familia aceptan de una forma rutinaria las acusaciones de abuso infantil o violencia doméstica presentadas por mujeres contra hombres, pero el Juez Adams simplemente ignoró la acusación de este hombre de maltrato psicológico premeditado de la naturaleza más siniestra, y el efecto psicológico de este incidente en el pobre hombre. Para el juez Adams, este hombre- en realidad, cualquier hombre- carecía de sentimientos que pudiesen ser heridos.

El juez Adams es por lo tanto incompetente. Desde el momento en que fue elegido para representar el sistema de los Juzgados de Familia al completo en la televisión, podemos afirmar con seguridad que la mayor parte de los jueces de otros Juzgados de Familia son incluso más antivarón aún- especialmente cuando muchos de ellos, como la juez Jill Moss, fueron escogidos de entre las filas de abogados de los Juzgados de Familia orientados claramente a favor de las mujeres. Ver: fcrtbias.html"

Mientras tanto, las feministas están difundiendo activamente su mensaje misándrico en los países del Tercer Mundo con la excusa de liberar a las mujeres de la opresión. En consecuencia, la Ley de Familia está oprimiendo hombres en más y más países-obligándoles a cometer actos de desesperación. La violencia doméstica puede ser el resultado de un abuso verbal y acoso prolongados cometidos por una mujer, aunque los Juzgados sólo admitirán esto si quien los comete es un hombre. Así, pasando por alto lo que podría denominarse el “Síndrome del Marido Atormentado,” los Juzgados en ciertas ocasiones favorecen actos explosivos nacidos de la desesperación.

Por ejemplo, el periódico Dominion de Wellington con fecha 6 de abril de 1999, informó sobre un hombre que era sospechoso de colocar explosivos en la vía principal de Pekín a Cantón porque su mujer se había divorciado de él. Como la mayoría de los padres separados en los países occidentales había perdido la custodia de su hijo. Debemos reconocer este acto desesperado como lo que es- un crimen político, nacido de un sistema injusto. Un colapso de humanidad frente a un unilateral sistema judicial antivarón.

 

Las causas del crimen.

Una de las características más llamativas de los ghettos afroamericanos en las ciudades estadounidenses es el elevado porcentaje de madres solteras. Esto coincide con el hecho de que un 41% de los niños maoríes viven en familias monoparentales. 4 Es un hecho ampliamente conocido las dificultades que tienen las madres solteras para controlar a sus hijos adolescentes. Y es precisamente en estos ghettos donde se encuentran los más bajos niveles educativos, la mayor pobreza, la mayor tasa de crimen, el más alto consumo de drogas, la mayor marginación de la policía y el Sistema en su conjunto – además de la máxima tendencia a provocar disturbios.

No puede culparse al feminismo en exclusiva por el declive de la familia biparental, pero ciertamente comparte la responsabilidad de ello. Y debemos decidir qué deseamos hacer a este respecto. Si nuestras metas como sociedad (al margen de donde sea que vivamos) son materialistas, entonces la educación y cuidado de los hijos ocupa un segundo lugar. En este contexto, tiene sentido que las mujeres consideren el no casarse, posponer o evitar tener hijos, y que ambos padres trabajen.

Sin embargo, si nuestro deseo fundamental es educar cada una de las sucesivas generaciones en un entorno estable y seguro, entonces los padres deben hacer sacrificios. A no ser que existan opciones para el cuidado de los niños en forma de familias extensas o comunales, uno de los padres (frecuentemente la madre) debe permanecer en el hogar. Debemos devolver la condición de Ama de Casa a su elevada categoría previa, necesitamos estigmatizar socialmente el divorcio, y el progenitor trabajador (normalmente el padre) debe ser legalmente capaz de mantener al cónyuge no empleado y los hijos.

El feminismo destruye familias. El feminismo favorece un incremento en las separaciones y los divorcios. Esto, como respuesta, nos conduce hasta las familias monoparentales. Y cualquier profesor sabe que son los hijos de familias monoparentales quienes generan la mayoría de los problemas de disciplina en las aulas. Estos niños no pueden evitarlo- se encuentran alterados y desestabilizados por la separación de sus padres. Las madres solteras son también más incapaces de proveer la disciplina y el modelo de conducta que los chicos en desarrollo necesitan.

Como sabemos, las últimas décadas recientes han presenciado un incremento de la influencia feminista, con un incremento relacionado de las separaciones y divorcios. Existen también numerosas investigaciones que demuestran la vinculación entre los hogares monoparentales y la criminalidad. En 1986, por ejemplo, el antiguo miembro del personal de la Casa Blanca Bruce Chapman publicó datos demostrando que sólo un 47% de los reclusos en las instalaciones correccionales de los EEUU habían sido educados en hogares biparentales. La cantidad para el conjunto de la población era del 77%.*

* Nota del traductor: Es decir, los educados en hogares biparentales llegaban a ser un 77% del conjunto de la población, pero a pesar de constituir una abrumadora mayoría de casi el triple respecto al 23% restante, educados en hogares monoparentales o sin padres, pasaban a ser minoría entre la población reclusa, sólo un 47%. Estas cifras indican que los hogares biparentales disminuyen considerablemente la tasa de delincuencia y favorecen una educación más integradora de los menores-futuros adultos- en la sociedad.

La ruptura del matrimonio no es el único síntoma de la relación en proceso de desintegración entre los sexos. En 1994, Jacky Renouf, Jefe Ejecutivo del Consejo de Orientación Matrimonial de Nueva Zelanda, afirmó que los divorcios son únicamente la punta del Iceberg. Rupturas en las parejas de hecho ocurren sin que sean oficialmente registradas. Las dos causas principales de divorcio, dice Renouf (Christchurch Press, (prensa de la Iglesia de Cristo) 11 de mayo de 1994), fueron la ruptura de la comunicación y el que las expectativas resultasen demasiado elevadas o inalcanzables.

La comunicación y las expectativas han sido desde siempre un problema entre los dos sexos. ¿Pero por qué éste aumento en los divorcios? ¿Por qué hay más parejas de las que había en el pasado que sufren una ruptura en la comunicación? ¿De dónde proceden sus expectativas irreales?

Cuando los hogares occidentales incluían a la familia extensa y los matrimonios se arreglaban entre las familias, el matrimonio no se refería tanto a la satisfacción sexual y emocional del individuo como a la comunidad, la continuidad y la cooperación. El clan familiar contribuía a que los matrimonios fuesen estables y duraderos. Ahora, la familia nuclear occidental se ve obligada a sobrevivir con sus propios y frecuentemente precarios recursos, muy a menudo interesada en poco más aparte del placer de la pasión y la falta de responsabilidades.

Los métodos anticonceptivos seguros y fáciles de conseguir, junto con los aparatos que disminuyen la carga de las tareas del hogar, han posibilitado el que las mujeres casadas puedan también ejercer un empleo remunerado. Lo que la mayoría de los hombres consideran una mortífera carrera de ratas constituye ahora el moderno estilo de vida que las mujeres casadas desean disfrutar. El feminismo obligó a los demandantes de empleo a incluir mujeres trabajadoras en un número creciente. Y el feminismo enseñó a las mujeres a sentirse culpables si no conseguían un trabajo fuera del hogar después de casadas.

“En una última valoración, millones de mujeres cualificadas de esta tierra libre escogieron, por voluntad propia, no hacer uso de la puerta que la formación podría haberles abierto. La elección- y la responsabilidad- por regresar precipitadamente al hogar fue finalmente suya.” (Betty Friedan, La Mística Femenina).

El feminismo también promovió otros cambios. Muchos gobiernos federales dejaron de considerar a las familias como unidades al cobrar los impuestos. Esto implica el que una pareja trabajadora con dos sueldos de baja cuantía, pueda terminar pagando menos contribución que una familia de un solo sueldo que en suma obtenga la misma entrada de dinero. Esta situación discrimina a las mujeres que deciden permanecer en el hogar para cuidar de los hijos. Más aún, las feministas crearon el concepto de que las tareas del hogar eran una constante irritación dentro de los matrimonios. Si la esposa no trabajase, entonces no constituirían un problema. Pero las feministas enseñaron a las mujeres que es mejor conseguir un trabajo fuera de la casa que realizar un buen trabajo cuidando de los hijos.

En su último libro, Warren Farrell demuestra que los hombres hacen la misma cantidad de trabajo del hogar que las mujeres (Farrell, Women Can't Hear What Men Don't Say, Tarcher/Putnam (Las mujeres no pueden oír lo que los hombres no dicen, Tarcher/Putnam) 1999, warrenfarrell.com) “trajinar en la casa” (incluyendo también las reparaciones hogareñas, etc.) es trabajo, tanto si él lo disfruta como si no. Si además contribuye al bienestar de la unidad familiar, son tareas domésticas.

Sucede lo mismo con los roles. La mayor ventaja de la anticuada filosofía de “el lugar de una mujer es su hogar” era que tanto el marido como la esposa tenían roles bien definidos, diferenciados y complementarios dentro del sistema socioeconómico familiar. Si ambos están trabajando, entonces hasta cierto punto son competidores. Por supuesto, esta situación complementaria también se presenta si la esposa trabaja y el marido queda como un amo de casa. Una vez que tiene un trabajo propio es más probable que una mujer se plantee dejar a su marido. Todas las relaciones atraviesan momentos difíciles y complicaciones. Y el ambiente social y legal nos ayuda a determinar cuánto podrá soportar una pareja antes de que se separen o divorcien. Y que clase de tácticas legales podrán utilizar el uno contra el otro:

“Durante mi divorcio, después de que la evaluación parental se resolviese fuertemente a mi favor, mi esposa me acusó de abusar sexualmente de mi hijo de dos años. El investigador del CPS (Child Protective Services: servicio de protección de menores) con el que habló rellenó 30 páginas con las acusaciones en mi contra. Después de superar la prueba del polígrafo y que la investigación del CPS me librase de cargos, pusimos a declarar a mi ex. Su explicación fue que el investigador del CPS la había “mal interpretado” y que ella jamás me había acusado. Daba la impresión, de que cualquiera con quién mi ex esposa había hablado la había “mal interpretado” también – la canguro, la cuidadora de la guardería, todos sus amigos, su compañera de habitación, etc. A pesar de todas las pruebas demostrando lo contrario, y a pesar de las evidencias abrumadoras probando que se trataba de la típica falsa acusación, nunca se la castigó, ni enjuició, ni tan siquiera llegó a ser amonestada por dar lugar al informe falso de abuso sexual.

Como un representante de los derechos de los padres, he visto literalmente centenas de casos en los que se han utilizado las acusaciones falsas. De hecho, he visto muchas más falsas acusaciones demostrables que acusaciones potencialmente ciertas. Y las sigo viendo de una forma regular. Una acusación falsa es como un “tiro libre” para las mujeres- pueden archivar este cargo sin que exista la más mínima posibilidad de repercusión, y haciéndolo también consiguen la custodia del niño o de los niños relacionados con el caso.” (Lee Math, 27 de octubre de 1999)

 

Kenneth Pangborn, del conocido Equipo A, lo confirma:

“Las mujeres que utilizan las falsas acusaciones de incesto en los casos de divorcio no son nada nuevo. Podemos documentar casos retrocediendo hasta la época de la Segunda Guerra Mundial. Los casos, por aquel entonces, eran extraños pero no inauditos. Y las instituciones los trataban de una forma completamente distinta al modo en que lo hacen hoy en día, dentro del actual clima de corrección política.

En el 1981 nosotros (el movimiento de los hombres) comenzamos a notar que las acusaciones de incesto estaban volviéndose cada vez más frecuentes. Para el año 1982 habíamos establecido una relación con varios “refugios para mujeres” y grupos de mujeres. Comenzamos a oír hablar de publicaciones clandestinas que animaban a las mujeres a utilizar estas acusaciones como una táctica durante el divorcio. Por fin, a finales de 1982, conseguimos numerosas páginas de un folleto escrito a máquina y fotocopiado que se encontraba en circulación. Un segundo folleto impreso de una forma más profesional apareció, procedente de una abogada de Phoenix, Arizona. Desde esa fecha se han documentado numerosos casos de abogadas feministas descubiertas creando acusaciones para sus clientes.

Mediados los años 80 las acusaciones de incesto se dispararon. Una gran cantidad de fuentes situaron el incremento de las acusaciones para el año 1989 respecto a las de 1979 en una cantidad superior al 2000 por ciento. Las estridentes activistas feministas reivindicaron que esto se debía al aumento de los casos denunciados. Sin embargo cuando se examinan los datos del National Center on Child Abuse and Neglect (En castellano, Centro Nacional sobre la Neglicencia y el Abuso a Menores) tal como fue hecho por su antiguo director (Dr. Douglas Bersherov) puede observarse un incremento equivalente en las falsas denuncias apuntadas.

A finales de los años 1990 sin embargo el porcentaje de acusaciones de incesto en los divorcios ha comenzado a descender, siendo sustituido por las falsas acusaciones de violencia doméstica. Mucho más seguras ya que las mujeres no dependen de los niños para apoyar una historia falsa y dentro un sistema que ha comenzado a darse cuenta de la situación. Las acusaciones de incesto como táctica de divorcio han sido utilizadas hasta llegar casi al límite en determinadas regiones del país. Tanto los jueces como los jurados se han vuelto más expertos respecto a las falsas acusaciones. Pero la proporción de acusaciones inventadas en los divorcios se mantiene alta en contraste con los periodos de referencia del siglo XX. Es más, este fenómeno se ha extendido desde los Estados Unidos a la mayor parte de Europa." (Kenneth Pangborn, www.a-team.org, 1999)

El persistente activista de los derechos de los padres y escritor Hugh Nations ofreció este comentario sobre la influencia del feminismo en los sistemas legales de Occidente:

“Una de las principales víctimas de la jurisprudencia feminista ha sido el concepto de los patrones objetivos e identificables en base a los cuales pueden juzgarse las conductas. Quizás dónde más claro resulta esto es en los casos de acoso sexual. Históricamente, el derecho anglosajón ha requerido que con anterioridad a que un comportamiento pueda ser castigado, el presunto delincuente debía saber qué comportamiento debía evitar. Sin embargo no es así con el acoso sexual: Si una “víctima” piensa que la han acosado sexualmente, su reacción puede dar lugar a una acción legal. Aplicando este mismo principio, un hombre debería recibir un ticket de regreso a su casa desde la línea del frente si considerase encontrarse herido. Todos, por supuesto, sabemos las posibilidades que existen de que esto suceda.”

Como con el acoso sexual sucede lo mismo con el divorcio- Si ella se considera una víctima, entonces es una victima y él es el victimario. Y los juzgados parecen estar de acuerdo.

 

Conclusión

Según Thomas (1993), las feministas radicales han distorsionado enormemente los hechos referidos al crimen. Han hinchado salvajemente las estadísticas de crímenes sexuales masculinos e ignorado las maneras en las que las mujeres dañan a los demás. Tenemos que ponerle un remedio a esto. Las acusaciones sexistas y antivarón del estilo a “asalto contra una mujer” tienen que ser retiradas de los libros de leyes allí donde existan. Debemos revisar a fondo los castigos legales de manera que (tras un período de transición de unos 20 años) el número de hombres y mujeres encarcelados, y las cantidades que pagan en concepto de multas estén igualados. En resumen, las mujeres no podrán seguir haciendo cualquier cosa y salir airosas.

 

Prólogo a la versión española

Prefacio a la Edición NZEP

Introducción: ¿Qué es el Feminismo?

Capítulo 1: Narcisismo Feminista y Poder Político.

Capítulo 2: Circuncisión contra elección

Capítulo 3: Violación: Conservando Tu Pastel a Pesar de Habértelo Comido

Capítulo 4: Mentiras sobre la violencia doméstica, un dilema sin salida para los hombres.

Capítulo 5: Falsas acusaciones y la mentira del abuso infantil

Capítulo 6: La Mentira del Sistema de Justicia Masculino

Capítulo 7: Temas laborales y la mentira de que “las mujeres pueden hacer cualquier cosa”

Capítulo 8: Las mentiras sobre la educación

Capítulo 9: Mentiras, malditas mentiras y estadísticas de las Naciones Unidas.

Capítulo 10: La mentira de la igualdad

Capítulo 11: El derecho a la elección y el aborto

Capítulo 12: El Lenguaje sexista: ¿Cree Satán que ella es varón?

Capítulo 13 : Educadoctrinamiento mediante el complejo de los medios de comunicación y la universidad

Capítulo 14: La Mentira de la representación masculina

Capítulo 15: Manifestaciones del feminismo

Notas

Referencias

FAQ

Webmaster

Peter Douglas Zohrab

Latest Update

24 March 2018

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