Recientemente se ha presentado en diferentes comercios de Barakaldo la campaña
“Mi cuerpo es mío” para concienciar a las mujeres y la
sociedad de que la sexualidad y el cuerpo femenino pertenecen a las mujeres,
y cualquier acción de explotación o manejo sexual egoísta
que se ejerza sobre ellas debe ser recriminada y abolida. No obstante no se
da inicio a una campaña de sensibilización similar entre los
hombres para que estos también tomen conciencia de hasta que punto
son dueños de su cuerpo y su sexualidad, o de las serias explotaciones
y abusos que pueden sufrir en las relaciones heterosexuales dentro de este
área tan importante. No en vano existen gran cantidad de conductas
femeninas encaminadas a la manipulación de la sexualidad masculina
que pueden conducir a que las mujeres obtengan ventajas sexistas en su relación
con los hombres.
Así la relación heterosexual puede resolverse en términos
positivos de beneficio recíproco para ambas partes, o caer en el error
del egoísmo, a veces a favor del hombre para perjuicio de la mujer,
y en otras ocasiones más habituales de lo que se reconoce en nuestra
sociedad femicéntrica explotando al hombre y privilegiando a la mujer.
Por eso los hombres debemos preguntarnos también, ¿hasta qué
punto soy dueño de mi cuerpo y de mi sexualidad? ¿Hasta qué
punto soy víctima de explotación sexual y cómo me perjudica
esto? Para finalmente concluir cuando sea necesario ¿cómo podríamos
liberarnos de este abuso hembrista? Afortunadamente nos planteamos las respuestas
a esta situación, para hacer igualdad y fortalecernos en un aspecto
en el que se supone que debemos privilegiar y colocar en un pedestal a ciertas
mujeres que no lo merecen, ya que jamás harían lo mismo por
nosotros.